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jueves, 10 de diciembre de 2009

Paciencia, poesía, Paco Cifuentes...



Foto.- Gonzalo Jerez "El Selenita". www.elselenita.com


En ocasiones, el talento y la capacidad infinita de embriagar se apoderan del creador. Sucede de forma aleatoria, sin que necesariamente se den unas condiciones ni un determinado estado de cosas. No hace falta atizarse rones como agua de Cazorla ni sales que forjen la dominante inspiración. Sencillamente, ocurre como un suceso, igual que un macetero que se cae cuando nadie pasa o que pudo caer cuando yo pasé bajo la ventana. La diferencia no es el azar, sino un vaso que se llena porque la enormidad rebosa en los poros de su tesoro. Esta noche, algo así o parecido es lo que le ha ocurrido al mejor de los cantautores entre poetas, al bonsai más delicado que emerge entre pentagramas: Paco Cifuentes. Don Paco…

Escribo mientras el Media Player del ordenador, al azar, reordena sus canciones como pensamientos volcados y profundos. No puedo elegir más ninguno de ellos. No me pidan que lo haga… Sería un sacrilegio profano irremediable escoger entre uno sólo de los hemistiquios, decantarse por un cuarteto o tener que rechazar la profundidad ofrecida de uno solo de sus estribillos a cambio de extasiarme con alguno de sus misterios volcados en cascada. Imposible sentir más una oferta de “estar vivo pasando medio desapercibido” frente a otra que sugiera que “la vida es todo el rato esta alegría y tristeza al mismo tiempo”. Antes dimito para siempre de estos escritos que recomendar “Aliviados” ante “Nueve velas” o viceversa. Antes el azar tremebundo meciéndome entre peñascos que abjurar de algo del todo…

Esta noche, Paco Cifuentes ha estrenado “La vida aparte” en el Barcelona 8. Lo ha hecho con un concierto breve, ofrecido en poco más de una hora, de esos que revientan los sentidos. Como Paco es valiente y brillante, el “bis” ha sido una infusión “a capela” de esas que arreglan el cuerpo. Y que ha provocado un estallido unánime de manos rompiéndose como hace poco que no lo había en un bar por otro lado bastante acostumbrado a rendir homenajes a los mejores que lo frecuentan…

Paco tira de su “p” para apoyarse en sus dos virtudes: la poesía y la paciencia. La poesía, ya saben, porque la lleva en las venas. No pueden ni imaginar el tremendo pareado que me ha dejado en su dedicatoria. Le pediré permiso para que el próximo blog, cuando éste ya entregue sus armas, tome prestado su texto. Paciencia porque Paco pudo haber presentado hace tiempo el disco, pero como buen alfarero, quiso destilarlo un poco más, darle otra vuelta, aguardar a que macerara y entregarlo en su punto justo. Cualquier creador que tiene algo listo, calienta el horno poco antes. Pero Paco ha cocinado el disco a mano, sin ámbages, ni colorantes, ni elementos artificiales. Todo natural… Y lo natural en él es un verso mejor que el de ayer. Así que imaginen los versos que pueden salir tras 6 meses mejorando cada tercio.

Además, Paco se revela como un dibujante genial, con una maravillosa portada obra propia, que unida a la caratula del CD crea una imagen semi abstracta en la que reconocemos una mirada hundida, penetrante y también reflexiva. Yo diría que es un autorretrato, pero tal vez sea su deliciosa Amparo que le ampara. Quién sabe…

A su lado, Alejandro Martínez, que ya prepara ese episodio del 4 de diciembre que hará sonar música de la buena en Barcelona. Y que en diciembre pasa palabra en el Barcelona 8 convencido de que enero renovará nuestro deseo. Al cajón, Miguel Ballester, un murciano afincado en Cataluña que vive de ser profesor de batería y hoy ha exprimido los mejores golpes de cajón. Y entre el público, otros adorables como Quique González, con renovada imagen y confirmada cercanía; Fito Mansilla, que la semana que viene prepara un nuevo asalto al Libertad 8; y un buen número más de aquellos que adoran a Paco, el tipo de la paciente poesía…

Ahora llega el momento de que Paco relumbre en lugares como Gijón y Barcelona con el mismo fulgor que esta noche en su otra casa. Y a los de aquí, nos toca aguardar hasta el 25 de marzo en “La Boite”, cuando todo recobrará la dulzura especial que le dan a las cosas los poetas. Mientras tanto, toca suspirar y relamerse. Esta es una “crónica entre alcohólicos”, afincada al borde mismo del éxtasis…

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